Si de entre todos los que disfrutamos con las series de anime hicieran una encuesta, a buen recaudo que dos de las estrellas de la lista serían las veteranas e inolvidables Elfen Lied y Chobits, series que parece que se nos hayan quedado grabas a fuego por su mezcla de crudeza, romanticismo, drama y elementos futuristas que invitan a la imaginación a pensar qué puede estar ocurriendo, casi como en un thriller. Esta brillante combinación de elementos los hizo grandes y ha hecho que sean un referente para el resto de series de anime durante más de una década.
Ayer terminé de ver definitivamente Brynhildr in the Darkness, una serie que en sus inicios me recordó muchísimo a Elfen Lied, aunque no fue hasta hace unos momentos que descubrí que esas semejanzas se debían a que el manga en que se basa estaba escrito e ilustrado por el mismo autor, Lynn Okamoto. El comienzo de la historia y las pequeñas píldoras que se van lanzando como pequeños retazos de los recuerdos del protagonista Ryota, enseguida nos sumergen en un bonito relato de amistad con un trágico final y en una promesa de futuro en la que Ryota se hace miembro del Club de Astronomía para poder descubrir vida extraterrestre, una idea en la cual creía su mejor amiga, Kuroneko. Lo que no espera Ryota es que después de aquel trágico suceso en el que perdió a su amiga, de repente se presente en clase una chica idéntica llamada Neko.
La serie de trece episodio y un OVA, siguiendo la estela de los mismos episodios que tuvo Elfen Lied, se divide en dos partes diferenciadas. La primera de ellas sirve para acostumbrarnos a los personajes, a los nuevos que se van incorporando y está basada prácticamente en la búsqueda de unos medicamentos necesarios para que las llamadas «hechiceras» puedan seguir con vida tras escapar de un misterioso laboratorio. Aunque la crudeza y la sangre están siempre presentes, es en esta primera parte, a excepción del episodio final, en la que más se acentúa. Debajo de la aparente tranquilidad de una ciudad, una hechicera tras otra, a cada cual con un poder más devastador que la anterior, son enviadas en busca de la número 1107 que un misterioso personaje desea encontrar a toda costa.
https://www.youtube.com/watch?v=Y8ibWT57GqY
Mientras tanto, un grupo de hechiceras entre las que se encuentra la 1107 y que el espectador tampoco sabe exactamente quién es, hacen del observatorio astronómico su centro de operaciones intentando adivinar los movimientos de las rivales y también buscando la forma de sobrevivir buscando las medicinas que les mantengan con vida con ayuda de Ryota. Hay personajes memorables que se quedan en el recuerdo, como Kana Tachibana, capaz de ver el futuro y que debido a un accidente quedó postrada y sin posibilidad de mover el cuerpo, sólo los dedos de las manos a través de los cuales escribe en un teclado que convierte sus pulsaciones en palabras. Hay tambien un trío de personajes divertidos a través de los cuales llega el lado sensual del anime, en el que no faltan pechos exuberantes, manos curiosas y caras sonrojadas, que le dan un toque divertido y ameno.
La segunda parte de la serie da la sensación de ser bastante precipitada. Enseguida todo toma otro rumbo más oscuro en el que comienzan a resolverse las incógnitas, donde sí da tiempo a encariñarse con ciertos personajes, pero no hasta el punto de sentir un mal sabor de boca cuando algunos de ellos muere, es como si hubieran calado hondo pero no lo suficiente como para añorar su pérdida. Se me hubiera antojado aquí necesaria una ampliación a una segunda temporada o hasta 26 episodios antes de los dos últimos que desenlazan la trama, al menos para poder sacar más partido de ese universo creado por el autor y del que apenas vemos retazos. Por poner un ejemplo, uno de los destinos que el espectador ansía con más ganas es conocer los secretos del laboratorio y al final se queda todo en una pequeña incursión dentro de lo que debería haberse convertido en algo grande y más importante, por su propio peso dentro de la historia.
https://www.youtube.com/watch?v=sADQz-aoCIg
Al margen de esto, sigue siendo una gran serie en la que, eso sí, se echa en falta un opening más atractivo de los dos que tiene, si bien el ending compensa con creces, con una melodía que uno consigue tararear muy pronto y que ya pasa a formar parte en un rincón especial en nuestra cabecita. El final del anime, aunque cerrado, bien podría continuarse en un futuro y guarda ese regusto a metáfora que hace pensar al que lo ve, dejándole buenas sensaciones y con una mezcla entre pena y resignación, como un «todo vuelve a empezar de cero«.