Tras más de 30 años desde la última película de carne y hueso conocida, basada en los dos personajes de comic más queridos y conocidos en nuestro país, creados por José Escobar, Zipi y Zape regresan en una aventura de las grandes bajo la batuta del cineasta Oskar Santos, en la que encontraremos todo lo que esperábamos ver y mucho más, una película que una vez se termina de ver queda un regusto mu «calentito» (que diría cierta coach de La Voz) y con la que cualquier peque de la casa y los que aún tenemos ese alma de niño dentro y disfrutamos de ella, lo vamos a pasar pipa.
UN EJEMPLO PARA EL CINE ESPAÑOL
«Zipi y Zape y el club de la canica» es una obra de arte de la que deberían beber como fuente muchas otras películas españolas. No es necesario haber leído los comics para entender nada de lo que ocurre en ella, porque puede ser considerada perfectamente un producto independiente de una calidad exquisita, desde la ambientación, la caracterización de los personajes, hasta los espectaculares efectos especiales que logran dejar con la boca abierta, literalmente.
CUANDO LOS SECUNDARIOS SON MEJORES QUE LOS PRINCIPALES
Y digo que podría ser considerado producto independiente de los comics porque sus dos protagonistas no destilan la fuerza y picardía necesarias que cabía esperar. ¿Y qué cabía esperar? Pues dos chavales quizá de menor edad, con voces simpáticas y muy vivarachos y despiertos, con más gracia y salero, cuando la realidad es que nos encontramos ante dos jóvenes actores que, si bien al final logran convencer un poquito, distan mucho de tener ese alma de niños rebeldes que ya hubiera puesto al elenco en el punto del sobresaliente. Es el punto negativo de la película por desgracia, la mala elección en el casting. Por suerte ahí está todo el resto del plantel para mejorar la sensación, algunos de ellos logran sacarnos ya no solo una sonrisa, sino carcajadas sonoras con los golpes que tienen, sobre todo Microbio, que borda su papel y que consiguió con la escena del perro en las mazmorras que me partiese de risa por el suelo, un personaje único.
LO MEJOR DE HARRY POTTER Y EL INTERNADO
A los que os gusten las series y películas de aventuras, el inicio de la película y la ambientación os traerán gratos recuerdos. Todo tiene un cierto aire a El Internado, por el colegio en sí, por sus misterios tras cada puerta y los secretos que esconden y quizá hasta Falconetti nos recuerde a alguno de los más malvados personajes de la serie emitida hace algunos años. No podemos obviar tampoco que guarda un cierto parecido con las películas de Harry Potter, con el mapa que nos recuerda al mapa del merodeador con su casilla de salida reflejando un tablero de ajedrez, la sala de pensar que recuerda al despacho del profesor Dumbledore y su pensadero… elementos que lejos de echarnos para atrás por su tremendo parecido, nos invitan a adentrarnos más en la aventura porque están hechos con mucho detalle y cariño hacia las obras de las que bebe, y eso se nota.
DERROCHE DE IMAGINACIÓN
Pero «Zipi y Zape y el club de la canica» es además un derroche de imaginación. Si hay algo que nos mantiene pegados durante la casi hora y media de película además de todo lo anterior, es el no saber qué va a pasar. Es cierto que algunos detalles, incluso algunos golpes de humor salen algo forzados e incluso se van a intuir antes de que pasen, pero en cuestión del misterio que proponen acerca del tesoro del Esperanza, cada paso es un enigma al que los efectos especiales ayudan de una forma magistral. No están ahí por estar para dar bombo al film, sino para apoyar al argumento y al guión y servirle de herramienta. Y comprendí este hecho con la escena del paso sobre el abismo cuando Micro cae al vacío, original e impredecible.
De igual modo que los efectos especiales, el sonido está sumamente cuidado. Tuve mucho miedo al principio de la película con los niños en el autobús de camino al colegio, ya que apenas se les entendía lo que decían, pero esto posteriormente queda subsanado. La forma cuidada en que suena cada artefacto, la calidad del sonido que hace que nos sumerjamos dentro de ese juego misterioso y una banda sonora que termina rematándose con la canción final de la película a cargo de Cali & El Dandee con el tema «Por siempre» (en el que vuelven a empeñarse en meter como letra sus nombres para darse publicidad en sus propias canciones, algo inexplicable y que rompe la energía de la misma, ellos sabrán) y que pone el colofón a una preciosa aventura, cuando aún tenemos un pequeño nudo en la garganta, ese que no todas las películas logran en el espectador.