Diez episodios que pasaron como un suspiro, como si hubiera estado viendo una película de larga duración a intervalos entre semanas. La sucesora de «Homeland» decían, pero yo ni siquiera he empezado a ver esta última, guardada está en blu ray esperando su momento, por lo que no puedo compararlas, sólo puedo rendirme ante la espectacularidad de una serie que comencé a ver sin saber nada acerca de ella, que incluso casi no veo porque me decidí a hacerlo en el último momento. Me hubiera dado de hostias contra la pared si hubiera dejado de ver esta joya de la televisión que consigue atraparte como la ciudad ficticia de Abbudin lo hace con el protagonista, un viaje de placer al pasado que termina convirtiendose en la peor de sus pesadillas.
UN LUGAR EN EL MUNDO
Una historia ficticia, en un lugar que no existe, pero al que irremediablemente enseguida podríamos poner un nombre real en nuestro mapa del mundo, coger la chincheta y clavarla justo en un lugar concreto de Oriente Medio. El primer capítulo sirve para dejar claro al espectador que no se encuentra ante una historia que simplemente da comienzo, sino ante una exquisita obra que carga a sus espaldas un interesante pasado, un pasado del que nadie puede huir, porque si algo nos deja claro el devenir de la serie es que somos quienes somos, por mucho que pretendamos cambiarlo.
Todo es maravilloso al principio, la historia de ensueño de una familia americana cuyo patriarca Bassam es alentado por su mujer Molly para hacer un viaje de vacaciones al lugar donde nació y creció. Lo que ellos no saben es que ese viaje tiene un sólo camino de ida. Refleja una sensación muy parecida, teniendo en cuenta a cada una en su género, a lo acontenido en American Horror Story: Asylum, miedos infundados, producto de alguna realidad del pasado que nos hace temer que al entrar en un siquiátrico o ir a cierto país, pudiéramos quedar alli atrapados, ocultos bajo un engaño de alguien con el poder suficiente como para hacer que desaparezcas de la faz de la tierra.
COSIENDO LA HISTORIA
El episodio piloto es como tener varios retales encima de la mesa, la materia está ahí, te gusta, es algo diferente, una serie desarrollada en un lugar de oriente con tintes de una realidad que la humanidad ya ha sufrido, pero que ahora puedes ver desde dentro. Poco más de 40 minutos para seguir las instrucciones e hilar cada trozo hasta tener la tela y darse cuenta de la obra que estaba despedazada ante tus ojos. La historia de un Bassam que desde muy pequeño asiste a un momento que cambiaría su vida para siempre, unos ojos que se posan sobre su hermano Jamal, empuñando un arma, obligado por su padre a meter un tiro mortal en la cabeza a uno de los insurgentes que desean acabar con el mandato de la dictadura de este. Un final brillante e inesperado, un giro argumental digno de un aplauso. Y ya quedas atrapado.
Desde ese momento, es elogiable la calidad argumental, que no decae en ningún momento, sí algunas lacras en los efectos especiales para las que no está preparada porque son momentos contados como las explosiones. Se abren otras historias, otros caminos, una adolescencia, el motivo de la huída de Bassam a otro país, la maravillosa historia de su hijo Sammy, que mantiene un breve contacto sexual con otro chico de la ciudad y deja un poso de intriga en los primeros episodios, que seguramente se desarrolle en la segunda temporada, la llegada de la hermana de Molly, Jenna Olson, cuya entrada nos hace ver que su personaje va a dar al traste con los planes, un matrimonio obligado, escarceos amorosos con final mortal, toda una serie de situaciones que nos hacen engancharnos a sus personajes.
NO ES BUENO, NO ES MALO
La relación entre los hermanos Jamal y Bassam es la columna vertebral de la serie. Jamal es como el hermano que nunca logra encontrarse a sí mismo y la llegada de Bassam es para él como una guía, una orientación que lo aleja de su deseo de hacer el mal, de matar, de ejercer de tirano. En esta historia Bassam sería el hermano bueno, pero su obsesión por cumplir con el deseo que un día no consiguió su padre, aunque con otras intenciones, lo ponen a la altura de su hermano mayor. Una historia de confianza superficial bajo cuya capa se ocultan las traiciones. La perfecta dualidad del bien y del mal, donde ni los buenos son tan buenos ni los malos son tan malos. No hay aquí, sin embargo, sorpresas de este tipo, no hay buenos que de repente sean malos, sino que en la evolución y en las acciones vamos colocando a cada uno en su balanza en función de su presente y de su pasado.
Tyrant es un viaje sólo de ida, para los personajes y para los espectadores, porque consigue dejarnos atrapados. El miedo hecho realidad, la libertad convertida en cárcel, de cuerpo y de pensamiento, ficción mezclada con realidad. Si la ves, estás avisado…
CABECERA DE LA SERIE
TYRANT MAINTITLE from JOSE ORTIZ on Vimeo.
Nota: El concepto y diseño final de la cabecera de la serie ha corrido a cargo de Prodigal Pictures y entre sus creadores está José Ortiz, entre cuyos trabajos constan Iron Man, Tron, Sherlock Holmes, Thor y las películas de Misión Imposible entre otras. Algunos seguro identificaréis alguna similitud con la cabecera de Juego de Tronos, que sin duda ha influído mucho en los opening de las series actuales.
[…] en la review de la primera temporada que Tyrant era un viaje sólo de ida, con sus personajes atrapados en un país del que no podían […]