Es difícil, y a la vez apasionante en todos los sentidos, imaginar cómo puede continuar una serie que se ha exprimido en su primera temporada hasta límites insospechados. Mientras que la gran mayoría se guardan bazas previsibles, otras como Tyrant lo dan todo y una vez que lo dan todo, buscan nuevos caminos coherentes para reconducir las tramas. Y Tyrant lo ha vuelto a conseguir, sin perder ni un ápice de su interés argumental, sin desfallecer en ninguno de los 12 nuevos episodios que componen esta segunda temporada, dos más que la primera y dos más que los que tendrá, previsiblemente, en la tercera cuando dé comienzo este verano.
La segunda parte goza de un comienzo espectacular, de dimensiones bíblicas. No exento de un principio previsible en el que intuimos lo que pasó con el protagonista, el final bien puede compararse con un pasaje bíblico. Sin recordar las palabras exactas, la moraleja que deja es brillante, algo así como «¿No amas a tu tierra? Pues aquí la tienes a tus pies«. Como la entrega de las tablillas con los mandamientos a Moisés, como una venganza más atroz que la muerte misma.
Comentaba en la review de la primera temporada que Tyrant era un viaje sólo de ida, con sus personajes atrapados en un país del que no podían huir. En esta segunda entrega, el viaje sigue siendo un billete sólo de ida, pero en su interior a la vez se convierte en un viaje de búsqueda consigo mismo y en un viaje de vuelta, a las raices, adquiriendo lo fundamental, acercándose al sentir de un pueblo, esperando el momento adecuado para el regreso triunfal al punto de partida.
Han sabido dar continuidad a la serie mantieniendo su esencia, reconduciéndola por un camino tan natural y bien encadenado a la primera parte, que da como resultado una muy digna continuación de la historia, manteniendo la lógica al saberse cierto personaje muerto, como una continuación natural de la vida pero intercalándola con nuevas traiciones, venganzas y algunas pérdidas repentinas que te dejan con la boca abierta porque resultan inesperadas por completo. La vida de Molly y sus hijos, la especial relevancia que tanto madre e hijo adquieren en esta nueva temporada, intentando también encontrar sus respectivos huecos en sus orígenes.
Ese viaje de vuelta está plagado de momentos inolvidables, los que puede dejar la vida de cualquiera que cae de lo más alto a lo más bajo, a las raíces de la insurgencia, al latir de un pueblo que busca una salida a la opresión en diferentes vertientes. Es como caer hacia abajo y arrastrar todo ese conocimiento contigo hacia arriba de nuevo, con mucha más sabiduría para reconducir a ese mismo pueblo donde se merece.
Reencuentros, reconciliaciones, pérdidas, nuevos sentimientos, esta nueva temporada trae momentos únicos y memorables entre los que destacan los últimos minutos del último episodio. No contaré nada, pero sólo diré que merece la pena vivirlos y sorprenderse con el impactante final, llamémoslo justicia o una fría venganza que permanecía dormida, latente. Os diré que pegué un brinco del sofá porque no lo esperaba y consigue convertirse en uno de los momentos épicos que serán recordados por mucho tiempo.
Y otra vez vuelvo a pensar qué viaje es el que recorrerán ahora los protagonistas, sobre todo del principal que ahora se encuentra en una encrcijada entre tres mujeres. Primero fue el viaje de ida sin billete de vuelta, después un viaje de regreso a los orígenes. ¿Quizá es la hora de mirar hacia el futuro? Confío en que volverán a sorprendernos. Lo han vuelto a hacer, han vuelto a exprimir la serie hasta el límite cuando parecía que eso ya no era posible.
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