Hace ya casi dos décadas, cómo pasa el tiempo, estaba enganchado a «Cinco en Familia» (Party of Five), la que considero una de las series de mi vida, porque me acompañó en los momentos de la adolescencia y de alguna forma compartía muchos de los problemas que en ella había, como la decisión entre quedarse cerca de casa o marchar lejos. Se emitía cada tarde en las sobremesas de Telemadrid durante cinco largos años y seis temporadas intensas y me ayudó a pensar y tomar alguna decisión sobre el camino y el rumbo de mi vida. Neve Campbell, que daba vida a una de las protagonistas, fue durante la mayor parte de la serie mi alter ego y me sentí identificado con su forma de vida, pensamientos, mi fiel reflejo.
Las series de dramas familiares terminaron desapareciendo de la parrila televisiva para dejar paso a a la ciencia ficción, el thriller y otros géneros para alejarse siempre de los mismos argumentos. Y casi dos décadas más tarde regresa una de esas series embebida en la añoranza de los no tan típicos problemas de una familia, de la mano de Jennifer López con «Familia de Acogida», título que se ha traducido aquí siendo su original algo que nada tiene que ver «The Fosters».
No tan típicos problemas de la familia, pero sí la mar de recurrentes. En Familia de Acogida tenemos embarazos sorpresa, malos tratos, celos, el tema de la homosexualidad como plato principal ya que sus protagonistas son lesbianas y a buen recaudo no faltarán en el futuro la típica adicción al alcohol, alguna que otra enfermedad y situaciones varias, todo ello dentro de un ambiente familiar la mar de típico, dos mujeres que viven juntas y que casi usan la casa como un albergue juvenil acogiendo a sus propios hijos, fruto de relaciones pasadas heterosexuales, junto a jóvenes con problemas. Para resumir de una forma entendible y haciendo una comparativa poco acertada, que estas dos mujeres tienen el corazón tan grande que ven a alguien en la calle y lo recogen.
La serie tiene algún que otro momento de acción y también emotivos, estos últimos endulzándolos tanto y haciéndolos tan «a lo grande» que terminan por parecer irreales. No podemos engañarnos, la serie entretiene el rato que dura, pero no es imprescindible. La rocambolesca familia sorprende en el primer episodio por su particularidad, pero más allá no tiene nada que merezca la pena ver. A excepción de alguna gran interpretación de alguno de los actores más jóvenes, el resto no logra traspasar la pantalla con la fuerza necesaria como para dejarnos pegados a ella. Todo es más de lo mismo, ya lo hemos visto antes. Insultantes algunas situaciones como meter bajo el mismo techo a una chica y un chico guapos en plena adolescencia y pretender que no ocurra nada obvio, encima no sólo les regañan, sino que les amenazan con que si les pillan juntos les separarán legalmente…
Para los que quieran alejarse un poco de tanta serie de ciencia ficción y acción, aquí encontrarán un pequeño refugio de paz en el que recordar esas viejas situaciones que solían triunfar en las series de corte familiar que veíamos hace algo más de una década e incluso de niños, cuando un personaje se daba a la bebida, cuando dos protas nos tenían en ascuas si rompían una relación o se enrollaban con otros para volver más tarde. Series que sólo ocurren cuando dejas al mando a artistas con demasiado dinero en sus arcas dispuestas a ejercer un papel que no les corresponde. Hoy es Jennifer López, ayer la Jennifer Love-Hewitt o Alyssa Milano, estas últimas al menos lograron algo medianamente decente. Y mientras tanto los verdaderos creadores con ideas nuevas para aportar y que no necesitan tirar de modelitos de marca para sus protagonistas, en paro soñando con hacer su sueño realidad.
Eso sí, el opening maravilloso, de lo mejorcito que he visto, todo hay que decirlo. Aquí os lo dejo, lo mejor de la serie.