Me preparé adecuadamente para comenzar a ver esta nueva serie. Aunque alguno no se lo pueda creer, nunca llegué a ver entera la película «La Leyenda de Sleepy Hollow» y lo hice pocas semanas antes de emitirse la serie de televisión. Supongo que como siempre que una película ya tiene un tiempo y después de escuchar tanto sobre ella, la sobrevaloré demasiado y me llevé una pequeña decepción, de todas formas la intriga por saber quién era el que manejaba a la criatura sin cabeza y ese toque tétrico le daban un plus interesante dentro del argumento un poco encorsetado.
DEL PILOTO A LA TRAMA
Y de esta guisa comencé a ver la serie a través de un piloto trepidante que era lo que se esperaba de él y además casi autoconclusivo, lo cual dejaba una mezcla de sensaciones entre el ¿y ahora qué si ya casi han zanjado la historia? y el ¿qué demonios habrán pensado para el siguiente episodio? La respuesta es una serie que va creciendo en interés, dinamismo, personajes carismáticos y una combinación entre episodios autoconclusivos y una columna vertebral que es la historia principal y que siempre van de la mano. Tanto es así que hacia la mitad de la serie uno no puede esperar para ver el siguiente capítulo, deseando ver dónde conduce cada paso de la excelente trama que han diseñado.
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ENTRE FRINGE Y SOBRENATURAL
Es muy interesante el toque que esta serie tiene de otras conocidas y queridas por nosotros. Innegable su toque «Fringe», no obstante dos de sus creadores son los mismos, Alex Kurtzman y Roberto Orci. Se puede sentir en los inicios de cada episodio, con ese pequeño snack o preludio a la cabecera que te emociona y que tan bien saben encajar, o en la escena final que se encarga de crear un gancho para ver el siguiente episodio. También se deja notar en las situaciones extrañas, en su argumento complicado e inteligente y en la propia banda sonora si uno se para a escucharla detenidamente.
Los hermanos Sam y Dean Winchester estarían también orgullosos de hacer un cameo con el capitán Ichabod Crane y la teniente Abbie Mills, porque las aberraciones, personajes mitológicos y de leyenda que aparecen e incluso la forma de terminar con ellos, es bastante parecida. Criaturas de arena, golems, demonios, brujas, Sleepy Holow es mucho más que un hombre sin cabeza, es toda clase de criaturas salidas del averno dentro de una trama que también tiene su conexión con las aventuras de los dos hermanos en «Supernatural», como los cuatro jinetes del apocalipsis y el fin del mundo.
La ambientación y los efectos especiales son genuínos, ya los quisiéramos ver en «Erase una Vez» tan bien hechos. Los elementos de partículas, el fuego, los rostros deformados, las criaturas creadas por ordenador, hay momentos en que uno siente auténtico terror, por ejemplo con el episodio en el que Macey Irving, la hija del jefe del departamento de policía, se convierte en el recipiente del mal, en una especie de niña del exorcista que pone los pelos de punta.
UNA HISTORIA REDONDA
Aunque uno pueda ver puntos inconexos en cada episodio, como la aparición de nuestro querido ex-Fringe John Noble, encarnando a Henry Parrish, o incluso algunos personajes parezcan anodinos y no nos encajen e incluso nos parezcan faltos de carisma, esto cambia radicalmente, se siente y se nota que algo está pasando, es como estar viendo historias independientes pero saber que deben confluir en alguna parte. Y esa parte llega de una forma magistral en los últimos minutos de la temporada con una orgía de información en la que todo termina encajando, cada personaje, cada hecho a lo largo de la historia, cada elemento, es esa sensación de gustazo de saber que no has perdido el tiempo, en la que todo en tu cabeza da vueltas y viaja a través de los episodios con la ayuda de los diálogos e imágenes finales, encontrando los elementos clave, asociándolos y conformando una trepidante historia cuyo final bien podría ser el de las mejores series y películas que hayamos visto.