Nunca he llegado a leer los libros en que se basan las películas, nunca vi las películas hasta unos días antes de enterarme que en breve se iba a emitir la serie de televisión a modo de precuela y cuando vi la película no es que me dejase un buen sabor de boca, de estas veces que te pones a ver una peli antigua pensando que va a ser la bomba porque en su día fue de lo mejorcito y la crítica la eleva poco menos que al firmamento, para terminar encontrándote un auténtico tostón infumable. Esas cosas pasan, que hasta que no pasa el tiempo uno no es capaz de darse cuenta de que lo que encumbró no era para tanto.
De esta guisa me puse a ver el piloto de «Hannibal», la serie, sin ningún tipo de pretensión ni ánimo, pero lo que encontré consiguió hacerme verlo todo de otra manera. Tras ver ese primer episodio temí encontrarme ante una serie procedimental de asesinatos basados en el personaje de Hannibal Lecter, pero con el transcurso de los episodios, esa trama oscura e inteligente que permanecía de fondo consiguió envolverme por completo. Si tuviera que definir a esta serie lo haría con las siguientes palabras «es la serie más rara que he visto jamás».
Todo comienza de una forma relativamente sencilla, con casos en los que el FBI goza de la ayuda de Will Graham como analista, un personaje muy especial que tras la característica secuencia de flashback, consigue retroceder en el tiempo para sacar conclusiones la mar de acertadas, quizá esta la parte que más odié en la primera temporada y seguí odiando cuando regresó en la segunda. Obviando esto, lo que parecen ser crímenes inconexos termina en una traca final de cazador cazado digna de una obra maestra, con una imagen final que hace un guió completo a la película.
La segunda temporada arrancó más fuerte todavía, arriesgándose a contar desde el primer minuto lo que ocurriría al final de la temporada, aunque aún desconocíamos el motivo, para ello habría que esperar 12 deliciosas semanas más de capítulos llenos de intriga, sacados de las mejores novelas de misterio donde no se sabe de qué lado está cada personaje hasta el mismo final. Secretos, verdades reveladas, personajes dados por muertos que regresan a la vida, Hannibal por primera vez descubierto que cae en las redes de una trama inteligente y bien urdida de las que dejan al espectador en el asiento llevándose las manos a la cabeza y un apoteósico, inesperado e increíble final que plantea la inquietante duda de cómo la serie puede continuar después de eso.
Con el impactante final queda claro que muchas cosas van a cambiar, a no ser que les de por hacer resurrecciones de última hora. Esta última temporada ha sido tan buena que ha logrado tener el apoyo de la audiencia consiguiendo una tercera tanda de espisodios que espero nos hagan vibrar tanto como los anteriores. Una de las mejores series que existe en televisión, una de las incomprendidas por muchos que desean tramas de absorción fácil. Esta no es plato fácil de digerir, obliga a pensar y también a jugar a ese viejo juego tan efectivo que nos enseñó Jessica Fletcher cuando éramos pequeños, el de descubrir al asesino dentro de una habitación de invitados. Solo que en esta habitación ya sabemos quién es.