«Criadas y Malvadas», el espíritu de «Mujeres Desesperadas»

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Me he sentado a ver el primer episodio de «Criadas y Malvadas» con cierto recelo pero mucha ilusión por tratarse de la mano de Marc Cherry y Eva Longoria quienes la producen. Recelo porque poco había escuchado de la serie apenas de algo acerca del estereotipo de las mujeres latinas y unas promos que ahora puedo decir no le han hecho justicia. «Criadas y Malvadas» es arte en estado puro, es como estar viendo una nueva temporada de «Mujeres Desesperadas» y eso para mí es como quitarme esa espina clavada tras el final de una de mis series favoritas de toda la vida.

El toque Marc Cherry está por todas partes y el aroma de Bree, de Susan, de Lynette y Gabrielle se extiende hasta estas nuevas protagonistas mezclándolo con su propia personalidad. Vuelven los misterios, aunque ya no sea a nuestra querida calle de Wisteria Lane y regresan esos golpes de humor que te hacen reir y decir «qué bueno». Un episodio piloto con un brillante comienzo en el que de nuevo hay una víctima, pero en el que esta vez no hay suicidio (al menos por ahora) y en el que no cae al suelo precisamente. Algo más de cuarenta minutos que van de menos a más en las tramas, mezclando como tan bien sabe hacer, esta vez en compañía de Eva Longoria, el humor con el misterio y la tragedia. Y tampoco faltan los momentos en que se empañan los ojos, aunque menos.

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Ver «Criadas y Malvadas» es recorrer de nuevo esa calle ahora enterrada, volver a revivir las sensaciones de conocer a los nuevos vecinos, a los dueños y a sus criadas, cada uno de ellos un mundo tan apetitoso por descubrir. En el primer episodio uno ya es capaz de saber quién le atrapa sin remedio y quién le va a costar más asimilar con el tiempo, aunque ya sabemos por experiencia que cualquier pequeño suceso puede cambiar las tornas. La misteriosa vieja arrogante, dueña de la casa donde trabajaba Flora, la víctima, con una personalidad arrolladora y que es capaz de caer tan mal como bien en lo que se tarda en parpadear.

La entrañable Rosie, que tuvo que dejar su país para ganar dinero para poder traer un día a su hijo con ella, una mujer que gana desde el primer instante en que te das cuenta de que aparte de simpatía rezuma bondad por los cuatro costados. La dicharachera Carmen y su descojonante relación con la jefa «pata de palo», Odessa, en la casa donde vive el famoso productor musical Alejandro Rubio, al que intenta meter de cualquier forma su disco y su voz. Valentina, la joven hija de Zoila, ambas trabajando en la misma casa de una mujer loca y con problemas para aceptar su edad, una chica que desea el amor del hijo de la casa, al que intenta conquistar sin el permiso de su madre. O la criada que cobra especial protagonismo, Marisol, cuya actuación en la escena final viene a ser un compendio de todo lo que es capaz de producir el humor hilarante mezclado con ese tipo de misterios que te ponen el vello de punta.

Una escena final, con mujer desesperada incluída y mucha tensión, que sirve como colofón a un episodio realmente entretenido, al que he aplaudido por su brillantez y que una vez terminado me ha hecho sentir de nuevo algo que ya conocía, esa sensación de que estás ante algo grande y que te gusta. Son sus misterios, sus personajes llenos de posibilidades. Me siento como si Susan hubiera dado media vuelta al coche y esa calle que tanto echo de menos hubiera vuelto de nuevo a la vida, como si la carga emocional de haberme despedido de ella aquel día ahora fuese menos pesada. Quedan por delante tantas historias…

2 COMENTARIOS

  1. Mmmm, haciendo repaso si puedo llegar a opinar como tú sobre el piloto. Pero esperate a unos capís más jejeje. Aunque a mitad temporada, comienza a mejorar. Es mi humilde opinión jejejeje

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