Vivir mi infancia en los años 80 fue un regalo inclasificable. Una década llena de descubrimientos, de revoluciones en todos los sentidos, de grandes ideas. Los que la vivimos, por mucho que intentásemos contar las sensaciones a las nuevas generaciones, sería imposible transmitir ni una décima parte de lo que experimentamos en esos años. Fue como una década mágica que ha quedado ahí, atrapada en el tiempo, a la que regresamos una y otra vez, de vez en cuando, tarareando viejas melodías nunca olvidadas de sus dibujos animados, comentando aquella serie que veíamos por la tarde en verano antes de irnos a la piscina o recordando el olor de las palomitas a la cola del único cine que emitía la peli que se convertiría en un icono durante décadas y más.
VIAJE AL PASADO
Ayer todas esas emociones regresaban a mí de una manera sobrecogedora, todas juntas y sin pedir permiso. Ayer viendo el primer episodio de ‘Stranger Things‘ viajé en el tiempo y me dejé llevar a mi niñez. Dejé que regresaran la magia de ‘Los Goonies‘ y sus aventuras, el misterio y la ternura de ‘E.T. el extraterrestre‘ y dejé que se combinaran con un futuro que nunca conocieron pero yo sí, el misterio de ‘Super 8‘, los icónicos elementos de ‘Perdidos‘, para terminar de formar algo único que consigue convertirse en una apasionante máquina del tiempo que ha conseguido llevarme de nuevo hasta esa cola del cine con olor a palomitas, pegado a ese viejo televisor marrón de tubo.
Difícil no sentirse transportado a otra epoca desde que comienza. Todo en ella destila sabor a los años 80, ya no sólo por lo bien recreado de los escenarios, decorados con cortinas y mobiliario característicos de la época y vestuarios, peinados o esas gafas de pasta de los que hoy nos avergonzaríamos un poquito, sino que también la calidad de la cinta ha rendido homenaje a aquellas míticas películas hasta el punto de hacernos sentir como si estuviéramos en una sala de cine de entonces, aunque con tecnología 4K, conservando sus bandas negras arriba y abajo e incluso las motas de polvo desfilando por la cinta y que pueden verse en la maravillosa cabecera con letras de neón.
Si ‘Stranger Things‘ se hubiera emitido justo en aquellos años, sin lugar a dudas estaríamos ahora ante una serie idolatrada y de culto, tanto como lo fueron las películas que mencioné al principio. Pero lo mejor de todo es que no hay nada que impida que después de más de 30 años, podamos estar de nuevo ante una serie de culto con los elementos que integra y que tanto nos gustan.
REGRESO A LAS BICIS Y REDESCUBRIENDO LA AMISTAD
Un complejo laboratorio que oculta un secreto y por el que ya podemos sentir en los primeros compases del primer episodio un chasquido cual humo negro en ‘Lost‘. Un grupo de pequeños chavales que se divierten jugando en casa y que sin quererlo se van a ver sumidos en una aventura más allá de su imaginación. La misteriosa desaparición de uno de ellos, jugando con el eterno secretismo de las abduciones, secretos de estado bien guardados, líneas teléfonicas intervenidas, un asesinato a sangre fría a manos de quien nadie espera, una puerta que quizá da a otro mundo, una niña que aparece de la nada y que no es para nada lo que parece.
Intercalada con esos inestimables guiños a los 80, como el amor que se cuela por la ventana subiendo por el tejado, esas viejas cartulinas con rayas que nos ayudaban a estudiar y en las que poníamos preguntas por delante y respuestas por detrás para memorizar las lecciones, cuando nos veíamos obligados a mover la antena de posición para poder ver bien una tele que se empeñaba en mostrar más neblina que pantalla, el primer episodio es una auténtica obra de arte de principio a fin, de estos que ocurren pocas veces, que te acuestas pensando en todos sus elementos, dando vueltas y te despiertas aún pensando que has visto algo tan bueno que tienes que contárselo al mundo. Como cuando salíamos entonces de la sala de cine.
Tras un comienzo trepidante que nos pone el corazón en un puño, ‘Strange Things‘ comienza a presentar sus cartas sobre la mesa y lo hace de manera envidiable, cogiendo retales que tanto nos gustaron de nuestra época soñada, mezclándolos con la experiencia ganada en todos estos años y dándonos como resultado la serie que todos queríamos ver, transportándonos otra vez a esa butaca de cine.
CON LOS OJOS DE UN NIÑO
Cuando terminé de ver el primer episodio, sentí como si el niño que llevo dentro hubiera salido por completo durante casi cincuenta minutos y me hubiera sustituído en el asiento. La magia de los 80 inundó el salón a oscuras, como si de un momento a otro fuera a aparecer mi padre por la puerta con una peli de cinta Beta bajo el brazo con la peli para ver esa noche de sábado. Recorrí la casa en dirección a la cocina, con las luces apagadas. Instintivamente miré hacia las puertas abiertas, con algo de miedo en el cuerpo por temor a que apareciese un ser extraño. Traté de recobrar la compostura, pero me di cuenta de que esta serie me ha atrapado para siempre y estoy deseando que llegue la siguiente noche de sábado, para volver a los a los 80, convertirme en niño y dejarme llevar de nuevo por las emociones.
[…] 'Stranger Things' regresando a la magia de los años 80 […]