Los problemas, dícese de fuerzas sobrenaturales contenidas dentro de un indivíduo que vive en el pueblecito costero de Haven y que le confieren poderes desconocidos que se van pasando de generación en generación y cuyo orígen es (o más bien era) desconocido. He aquí una definición para aquellos que no estén muy puestos en el tema. Sí, los problemas es una de las palabras más mencionadas en la serie Haven, basada en el libro de Stephen King Colorado Kid, aparte de otras como el granero y el éter.
LOS PROBLEMAS PROCEDIMENTALES
Pero para problemas, el de la propia serie, que vete a saber si por culpa de la sindicación (llegar a un determinado número de episodios para rentabilizar la serie posteriormente en otras cadenas de network (cable)) u otros motivos desconocidos, fue convertida en una auténtica mierda infumable y procedimental propia de las primeras temporada de Smallville, con capítulos autoconclusivos que dejaban mal sabor de boca y a veces eran completamente prescindibles, mientras los protagonistas, anodinos, iban formando piña o separándose por cuestiones personales y otros nuevos que llegaban de la nada intentando agrandar una trama que parecía no llegar a ninguna parte clara.
Tan sólo el principio de la serie, por ser el punto de comienzo y novedad y algunas tramas intercaladas en las temporadas, que le daban un toque personal y más emocionante, adecuándose al estilo del libro del que bebe, merecieron la pena. Si cada una de sus cinco temporadas hubiera estado al nivel de la segunda parte de la última de ellas, podríamos encumbrarla en lo más alto como una obra a tener en cuenta en las series de ciencia ficción, pero por desgracia decidieron caer en el relleno fácil del procedimentalismo que tanto gusta en USA y en todas partes: sencillo, directo, sin necesidad de prestarle demasiada atención y sin tener que pensar ni recordar la trama con esfuerzo.
DIGNO FINAL
El final de la serie, aunque caótico y para mi gusto demasiado surrealista, merece la pena, aunque sea sólo por descubrir por fin cómo se hizo esa legendaria foto del periódico «Haven Herald» en el que Audrey agarra la mano de un niño. Descubrirlo se ha convertido en la experiencia más placentera que he tenido con esta serie, la primera vez que me emocioné y eché de menos que la serie no hubiera tenido un contenido más adulto y oscuro como se merecía, haciendo honor al autor del que nace el orígen de la trama. La esencia de Colorado Kid apenas parece haber estado presente en los capítulos finales de cada temporada, como si todos los episodios anteriores no sirvieran más que como una excusa para dar una temporada completa al espectador.
Muchos de los que leeis esto seguramente habréis dejado de verla en algún punto de alguna temporada y quizá os preguntáis si merece la pena volver a verla o continuarla. Mi respuesta es sí. Quizá quieras verla entera o pasar los episodios procedimentales, pero la forma en la que se resuelve la trama es tan emocionante como para aconsejaros verla hasta el final, un final de estos que dejan una sonrisa y una historia cerrada o abierta, como cada uno después quiera interpretarlo, pero con la sensación de haber visto una historia de principio a fin y una pequeña esperanza de un futuro regreso, quizá dentro de 20 años ahora que está tan de moda rescatar series del pasado.
LO QUE PUDO SER Y NO FUE
El potencial de la historia de Haven daba para mucho y se ha quedado a medias. Donde pudo haber una trama digna, aunque la hubo, quedó salpicada de interrupciones que no venían a cuento con el único objetivo de alargar la serie o de dar a los espectadores comida rápida de digerir. Otras interesantes reconduciendo la historia desde el comienzo de la segunda temporada, apenas duraron unos capítulos y las relegaron al vacío sin volver a saber de ellas. Quizá en manos de otros guionistas algún día regrese y abandone el estilo juvenil y a veces infantiloide que destilan la mayoría de sus capítulos, con un doblaje en castellano más estable que el que SyFy nos ha dado en España, auténticamente nefasto, cambiando las voces de todos y cada uno de sus protagonistas cuando ya llevábamos tres temporadas vistas y con voces tan distintas que uno se despegaba de la historia fácilmente.
Haven es el pueblo rodeado de misterio al que me gustaría volver, pero de otra forma, con personajes más fuertes, con personalidades marcadas, con una historia más oscura y adaptada a lo que se merece, sin clichés como el del hombre eléctrico o el otro de fuego tan recurridos en series de medio pelo y que te obligan a estar cuarenta minutos delante de la tele sin obtener nada a cambio. Hemos sido nosotros al final los que hemos desarrollado más la imaginación para con la serie, imaginando historias que podrían hacer, que lo que la serie nos ha ofrecido a nosotros. Un final digno, pero que llega tarde.